domingo, 16 de enero de 2011

Cambia, todo cambia

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mafalda

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Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo…”, así canta Mercedes Sosa, y Confucio nos repite “Quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes, deberá acomodarse a frecuentes cambios”.

Todo aquél que me conozca un poco, sabe por mis escritos que soy reacia a los cambios, que me cuesta adaptarme a cosas nuevas y que cualquier variación en la rutina altera el armónico funcionar de mis neuronas… Bueno… los que me conocen un poco más saben que mis neuronas nunca funcionaron armónicamente, pero la frase quedaba linda.

Pero vamos al punto, tengo una severa crisis de personalidad. Resulta que llevo 46 años pensando que soy una cuando en realidad soy otra completamente diferente. Hace algún tiempo escribí algo sobre este problema, y estaba convencida que se debía al yin y el yang “un concepto surgido de la filosofía oriental fundamentado en la dualidad de todo lo existente en el universo”. Y ahora vengo a descubrir que han cambiado mi personalidad, mi pasado y lo que es peor, mi futuro!!! Ya nada es lo que fue ni será lo que debía ser.

La cuestión es que hasta hace unos días yo era una persona emocional, decidida, poderosa y apasionada, con mucho magnetismo. Celosa, compulsiva y obsesiva. Resentida y terca, que no aceptaba con buen agrado los halagos fáciles y tampoco soportaba que la gente me tome el pelo. Y ahora me entero que soy diplomática, encantadora y sociable. Idealista, pacífica, optimista y romántica, con un carácter afable y equilibrado. Indecisa y fácilmente influida por terceros. Y que además puedo cambiar de opinión fácilmente y ser demasiado complaciente.

Y todo porque a un tal profesor Kunkle se le ocurrió decir que la Tierra ya no está alineada con las mismas estrellas que cuando fueron creados los signos zodiacales. Así que ahora debo dejar de ser una escorpiana para convertirme en una persona del signo de la balanza. Nada más justo para mí que soy tan equilibrada!! Verde de envidia

No quiero ni pensar que signo me va a tocar en suerte cuando el año que viene la Tierra cambie su polaridad y quedemos todos patas para arriba. Porque así dicen los que saben y si viera usted la cantidad de expertos en la materia que andan hoy en día por la calle!! Uno aprende tanto de esas conversaciones casuales que se escuchan por ahí. Porque gracias a los informes del History Channel, ahora todos son unos entendidos en eso de las profecías mayas.

Pero no todo termina en un simple cambio de signo, con las consecuencias psicosociales que ello pueda ocasionar. En el primer trimestre del año yo iba a tener muchos gastos y pocos ingresos. Pero resulta que voy a tener un aumento de sueldo (¿?). Ya me había preparado mentalmente para ahorrar y ahora tengo que pensar en que voy a gastar la plata que va a sobrarme!! En el segundo trimestre sí que estoy jodida. Mientras que un horóscopo me vaticina conflictos internos y un estado de salud malo, el otro, me pronostica lo mismo!!! Es obvio, como no voy a tener conflictos mentales si, además de no saber quién soy, no sé en qué gastar la plata que nunca voy a recibir del aumento de sueldo de un trabajo que no tengo!!! A este punto ya no quiero saber que me espera en el tercer y cuarto trimestre del año.

Pero además de todo eso, resulta que ya ni mis hijos son lo que eran. Ni mis hermanos son lo que fueron. Ni mis padres los que creí que tenía. Solo el Carde se mantiene, con la terquedad que lo caracteriza, en su signo de origen.

Ahora ya sabemos por qué el mundo anda como anda. Tanto echarnos la culpa a los humanos de los conflictos y resulta que nunca se le ocurrió decir “Hey muchachos! Miren que hoy me voy a inclinar un poquito más hacia la izquierda y la constelación de Acuario le tiene que pasar dos días a la de Capricornio”.

Cambia… todo cambia…”Nota

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domingo, 2 de enero de 2011

Absurda normalidad

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The Sun Sets Sail

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Se inventó una historia. Quería ser la protagonista. Dirigir su propio guión y festejar un final feliz. Entre los aplausos de su propia imaginación.

Se inventó una nave azul que volara más allá de las galaxias, donde los mundos no son mundos. O son mundos diferentes. Quería llegar al planeta del Principito y sentir el perfume de su rosa única. Tan única por el tiempo que había dedicado a cuidarla. Y quería tener la sabiduría para poder responder sus preguntas y que el trigo le recordara los cabellos rubios de su primer amor.

Se inventó un barrilete de alas de mariposa, para mirar el mundo desde arriba. Quería subir bien alto, a esa distancia mágica en que ya no se ven los defectos mal disimulados de los seres que se creen perfectos. Y volar igual que las gaviotas, “libre en el aire, por el aire libre”. Porque sabía que nada es imposible.

Se inventó un submarino amarillo para encontrase con Alfonsina, entre fosforescentes caballos marinos. Y hacer una ronda. Y rescatar poemas. Y buscar en las burbujas esos deseos escondidos que no se dicen, porque nunca se harán realidad.

Se inventó un nombre. O dos. O tres. O tal vez uno para cada día, porque no tenía a nadie que pudiera recordarlo. U olvidarlo. Y quiso ser Amanda, con lluvia en el pelo y sonrisa ancha. Y llamarse Lorena para ser todas o ninguna. O ser simplemente María, como una ensoñación.

Se inventó un pasado de tango, en un arrabal amargo con tonos de bandoneón. Con olvidos y tristezas. Y alegrías pasajeras. Y un amor que la esperaba, componiendo melodías. Y el recuerdo de su madre sentada junto al aljibe, entre aromas de menta y cedrón.

Y se inventó su futuro. Un futuro incierto de mañanas claras, y noches con estrellas, y nubes de algodón. Y se inventó una vida. Y se enredó en la nada. Y cayó en un abismo de cosas olvidadas. Y se miró al espejo. Y confundió su imagen con la de aquella niña que despertó de un sueño fantástico, donde lo absurdo era lo normal.

Y se miró al espejo… Y ya no estaba ahí…

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La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia”.

Edgar Allan Poe

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