lunes, 29 de noviembre de 2010

Canción de otoño… en primavera

 

 

 

 

 

Mamu

lunes, 15 de noviembre de 2010

El olvido

Publicado el 27 Noviembre, 2008 en Spaces

 

La sombra del olvido

 

Salió de su casa pero no se acordaba para qué. “No importa”, se dijo, y siguió caminando. Al llegar a la esquina pensó en pasar por el bar, pero no recordaba para qué lado debía doblar.

Tomó por la izquierda y llegó a la plaza. Decidió sentarse en el mismo banco de siempre, pero no se acordó cual era. No le dio mayor importancia, salió de la plaza, cruzó la calle y se sentó en un bar. Le sirvieron un café, pero como no recordaba con cuántas cucharadas de azúcar le gustaba, lo dejó enfriar sobre la mesa y se fue.

Siguió su camino sin pensar en nada, total, todo se le olvidaría al poco tiempo de haberlo pensado.

Cuando llegó a la playa se dio cuenta que había olvidado ponerse el traje de baño. “No importa”, se dijo. Se desvistió completamente y se sumergió en el agua. Una ola lo arrastró un poco más lejos de la playa…

Entonces recordó… que no sabía nadar…

 

 

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jueves, 4 de noviembre de 2010

64… 46… es mi año capicúa!!!

normal_viejas

Recuerdo, que cuando era chica, mi mamá me contaba “en mi época no había colectivos, íbamos caminando a todos lados” “cuando yo era chica no había televisión” y otras cosas que ya ni me acuerdo porque… ya llegué a esa edad en que empezamos a repetir “en mi época no había”…

El primer televisor lo tuvimos cuando yo tenía unos 6 años, creo. Un armatoste grande en blanco y negro que solo agarraba un par de canales y se cambiaba con una perilla giratoria que ya no se ven ni en los museos. Hoy existen unos tamaño cine, ultrafinos, con infinidad de canales y que se cambian sin tener que movernos de nuestro sitio y que, si se nos llega a romper el control remoto no sabemos ni de donde se enciende.

Teléfono había, pero en la casa de la vecina y era un armatoste grande y negro. En esa época no se marcaba un número, se discaba y solo tenían números. Ni letras, que no se para que son, ni rediscado y mucho menos contestador automático! Y ni soñar con llevarlos en el bolsillo, que además de no entrar necesitábamos un cable tan largo como la distancia que íbamos a recorrer. Hoy, los teléfonos son cada vez más chicos y con más funciones. Las personas ya no necesitan llevar el tocadiscos, la cámara de fotos y el mueble archivador de cuatro cajones cuando salen. Todo está en ese minúsculo aparatito.

Internet? Computadoras? Qué es eso? Si queríamos comunicarnos con alguien que vivía lejos, en mi caso mis tíos de Italia, debíamos esperar 10 días a que llegara nuestra carta a destino y otros 20 que regresara la respuesta. Nunca entendí por qué, si la distancia era la misma, tardaban el doble de allá para acá. Obviamente no era culpa del correo italiano, no hace falta aclarar más. Hoy nos comunicamos en tiempo real con nuestros parientes y amigos lejanos y hasta podemos verlos reírse en vivo y en directo! La computadora es comunicación y además sirve para archivar nuestras fotos, nuestros escritos e infinidad de cosas que anotamos en un bloc de notas o un Word, para no olvidarnos ni perderlo, hasta que….

Si, hasta que falla la mother que lap… Eso me pasó hace poco, perdí fotos, unos diez cuentos que tenía casi terminados, poemas, datos y más datos. Los datos se pueden recuperar con mucha paciencia y perseverancia, algunas fotos también, otras se han perdido para siempre porque gracias a la camarita digital ya no existen los negativos, así que cuando se borran… se borran!! Lo que sí perdí para siempre fueron mis escritos, que no estaban guardados en ningún otro lado más que en mi archivo de Word.

A más pasa el tiempo me doy cuenta que cada vez extraño más aquellos tiempos en que había que elegir muy bien que fotos sacar, porque era caro revelarlas. Y las guardábamos con cuidado en un álbum. Y guardábamos los negativos por si algún día queríamos hacer una copia. Y escribíamos en cuadernos que amontonábamos en una caja y había que revisar hoja por hoja cuando queríamos releer algo. Y la gente no parecía loca caminando por las calles sin ver a nadie y hablando sola gracias al “manos libres” del teléfono. Y el televisor se arreglaba con un golpe porque no tenía extraños circuitos que se arruinaran para siempre…

Entonces me doy cuenta qué rápido se pasaron los años. Y vuelvo a querer ser chica para ir al trabajo con mi viejo y escuchar, cuando me dejaba preparar la mezcla, “con cuidado, no como si tiraras m*** al río”. O jugar al futbol con mi hermano y sus amigos y que me pusieran en el arco y me sentaran en el piso con los pelotazos en mi panza. O trasladar todos los juguetes a lo alto del viejo sauce, que ya no existe, y soñar que era mi casa. O caminar haciendo equilibrio en los rieles, mientras tirábamos piedras a los cables para escuchar ese sonido tan singular y a la vez mirar hacia atrás para asegurarnos que no venía el tren, porque no se escucha cuando lo tenemos a nuestras espaldas. O sentarme con mi abuela mientras cosía o tejía y me contaba viejas historias. Entonces me doy cuenta cuántas cosas perdí.

Entonces me doy cuenta que estoy envejeciendo. Y canto con Cortez:

Si a partir de mañana decidiera vivir la mitad de mi muerte
o a partir de mañana decidiera morir la mitad de mi vida,
a partir de mañana debería aceptar, que no soy el más fuerte,
que no tengo valor ni pudor de ocultar mis más hondas heridas
”.

O con Cacho:

Voy camino a los cincuenta, punto y coma de la vida,
sin pensar, sin darme cuenta... Cerca del punto final.
Voy camino a los cincuenta y aunque nunca se lo diga,
lo que resta de mi vida, se lo quiero regalar.
Porque dentro de mi pecho tengo un sueño todavía,
y es un sueño que algún día, sé que lo voy a lograr...

Y bueno… 46 no es mal número, es el que lleva mi ídolo en su Yamaha, y le ha ido muy bien con él.

rossi

 

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